miércoles, 22 de agosto de 2012

Día 6 - "Tiraron a matar porque defendían un negocio enorme"



En la sexta audiencia del juicio contra la patota de la UF y la policía federal, los testimonios de Eduardo "Chiquito" Belliboni y Lisandro Martínez, ambos dirigentes del PO, aportaron una vívida reconstrucción de lo que sucedió en Barracas el 20 de octubre de 2010.

Ambos, igual que el tercer testigo, el abogado laboralista Gustavo Mendieta, relataron cómo, después de un largo e infructuoso proceso de reclamos, negociaciones y acuerdos incumplidos con UGOFE, las empresas tercerizadoras y funcionarios del ministerio de Trabajo y de la secretaría de Transporte Ferroviario del ministerio de Planificación, una asamblea de los trabajadores tercerizados resolvió convocar una medida de lucha para el 20 de octubre. Así, los trabajadores y las organizaciones que los apoyaban, se reunieron a partir de las 9 de la mañana a pocas cuadras de la estación Avellaneda.

"Al llegar ya vimos un despliegue policial importante, y a la patota de la UF, que, desde los andenes de la estación, nos hostigaban y amenazaban", contó Lisandro Martínez, que explicó, igual que Belliboni, que para evitar todo tipo de roce con el agresivo grupo, decidieron modificar la acción, y marchar en forma paralela a las vías por la calle Bosch, en dirección a la ciudad de Buenos Aires, con la idea de hacer visible su reclamo en Constitución u otro lugar adecuado. Destacaron que, en todo momento, los manifestantes fueron seguidos por policías bonaerenses, incluido un grupo de infantería con armas largas, mientras que el grupo de choque que los hostigaba desde lo alto del terraplén era acompañado por policías federales de civil y otros uniformados. Entre los de civil, Eduardo Belliboni identificó a los comisarios Mansilla y Ferreyra, de la División Roca, los mismos que lo señalaron a él y a los ferroviarios Hospital, Merino y Morales ante el juez federal de Quilmes, Armella, que los procesó por la movilización del 23 de diciembre de ese año, causa que fue sobreseida recientemente por la Cámara Federal de La Plata por inexistencia de delito.

Tras relatar el recorrido de la movilización, con un primer ataque a pedradas de la patota apenas cruzaron el Riachuelo, momento en que también la bonaerense disparó balas de goma contra ellos, los dos compañeros ingresaron al momento crucial de los hechos.

"Decidimos dar por terminada la jornada, estábamos a 300 metros del terraplén, empezamos a desconcentrar hacia Vélez Sarsfield, levantamos la bandera de los tercerizados para que los compañeros vieran que nos íbamos", contó Chiquito. Entonces, se oyeron gritos desde la parte posterior del grupo, todavía a la altura de Luján y Perdriel, a la par de la parrilla al paso donde habían hecho la asamblea: "Se vienen, se vienen".

Los patrulleros de la federal habían desaparecido, y un grupo de 80 a 100 individuos, descargando piedras, palos y botellas, atacaba la cola de la columna. "Armamos un cordón para dar tiempo a los compañeros sin posibilidad de defenderse, las mujeres, los chicos, los de más edad, a retirarse", contó Belliboni, que confirmó que él, Nelson Aguirre y Mariano Ferreyra estuvieron entre el pequeño grupo de unos 20 compañeros que se dieron vuelta y se plantaron frente a los atacantes. Pero nunca llegaron a chocar, ya que a unos veinte metros comenzaron los disparos. Tanto Lisandro como Eduardo oyeron unos diez disparos, algunos superpuestos y de distinta intensidad, señal de que había más de un tirador.

Por su ubicación, los dos vieron al mismo individuo disparando. Lo describieron como gordito, o morrudo, de pelo oscuro corto, con una chomba azul y vaqueros, "que disparaba semiagachado, flexionando las rodillas, y con las dos manos sobre lo que parecía un revólver", dijo Belliboni. Y agregó "días después, cuando ví las fotos de Favale en los diarios y la tele, se me representó la cara de ese individuo".

Mientras Lisandro relató cómo, después que cesaron los disparos, corrió con un grupo chico de compañeros para tratar de alcanzar a sus atacantes, pero los detuvo la policía federal, Eduardo conmovió con el recuerdo de su desesperación para ayudar a los heridos. En un video de la cámara de seguridad de Luján y Río Limay se vio claramente, hace unos días, la gesticulación desesperada del compañero rogando al chofer de la ambulancia que pasó por azar para que cargara a Elsa y Mariano.

"Tiraron a matar porque defendían un negocio enorme", sintetizó Martínez. 

La audiencia culminó con la declaración del abogado de los tercerizados Gustavo Mendieta, que fue hostilizado por las defensas debido a que había inconsistencias entre su declaración ante la fiscal, del 21 de octubre de 2010, y su relato en la sala. Sin perjuicio de que el tribunal evaluará el testimonio en su sentencia, Mendieta explicó los motivos por los que se retiró de la fiscalía sin haber revisado el acta de la larga audiencia, donde, por ejemplo, se consignaron como dichos propios detalles que le habían sido relatados por terceras personas.

El debate continuará el jueves 23 de agosto, con los testimonios de más manifestantes heridos.

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